miércoles, 18 de marzo de 2009

La crianza de nuestros hijos

Los chicos de hoy son muy diferentes a sus pares de años anteriores. Actualmente nos encontramos ante una generación más informada acerca de los objetos de consumo, muy vinculada con la tecnología, que lleva una vida sedentaria y prefiere pasar horas frente al televisor o a la computadora en lugar de divertirse al aire libre. Jugar a la escondida o a la mancha, saltar a la soga o al elástico y entretenerse con una pelota de fútbol en la vereda de casa ya está pasado de moda. Se considera aburrido. Los juegos mesa ya no pueden competir con la complejidad y la rapidez que proporciona una videoconsola, ni con los contenidos que ofrecen todo el día los canales de cable infantiles. Los niños de hoy ya no se entretienen dibujando o leyendo un libro de cuentos, y su hiperactividad les impide concentrarse en una actividad tranquila. Ellos son inquietos, audaces y tienen una capacidad de espera cada vez menor. Todo lo quieren ya!

“Los chicos ya no son los de antes”, oímos decir usualmente a los padres o abuelos, sin embargo, ¿en algún momento nos preguntamos cuáles son las causas de éste gran cambio? ¿Por qué ésta generación es así? ¿Nos estamos haciendo realmente responsables de la crianza de nuestros hijos? ¿O preferimos atribuir toda la culpa a ésta sociedad consumista simplemente porque es más fácil?

Los chicos no son un producto del capitalismo, son el resultado de la familia y de la crianza que le brindamos. Por lo tanto, ellos serán y se comportarán exactamente como les enseñemos que lo hagan!

Una de las quejas más comunes hoy en día es el tiempo que los niños permanecen frente al televisor. Un reciente estudio de la central de medios Ignis reveló que en los últimos 5 años las horas que los pequeños pasan frente a la pantalla se incrementó de 4 a casi 5. Pero, ¿Quiénes son los verdaderos responsables de que ésta cifra haya aumentado? ¿Los canales? ¿Los programas? ¿Las empresas? Cuando el niño tiene aproximadamente un año y medio de edad son los padres quienes introducen el televisor a sus vidas. Las extensas jornadas laborales y el escaso tiempo que mamá y papá tienen hoy en día contribuye a que los programas televisivos actúen como “niñeras”. Y en una etapa donde los pequeños necesitan mucho amor y estimulación por parte de sus tutores, se opta por colocarlos frente a una pantalla para que no molesten, para que no corran, salten, griten, jueguen o desordenen, sin tener en cuenta que esto es justamente lo que un niño de 2 años debe hacer para desarrollar sus habilidades y capacidades mentales.
La sobreexposición de imágenes no sólo provoca hiperactividad y escasa estructura de espera, sino que también impide que el chico desarrolle su costado imaginativo, el cual estaría estimulando por ejemplo al escuchar un cuento o al jugar al aire libre.

Los niños pequeños necesitan explorar, descubrir, conectarse con los seres humanos y con la naturaleza, ésta es la forma en que ellos aprenden. Por lo tanto nuestro deber como padres es fomentar aquellas actividades que estimulen su costado creativo e imaginativo, o más técnicamente el lado derecho del cerebro, que es justamente el que se desarrolla en las etapas más tempranas de la vida. Nuestra tarea es proporcionarles un ambiente físico adecuado, alejado de aquellos objetos de consumo que puedan resultar perjudiciales para su crecimiento.

Está comprobado que a los 6 meses los bebés pueden reconocer logos comerciales, y a los 18 meses ya pueden pedir productos por su nombre. “Mamá”, “papá” y “coca” son las primeras palabras que un niño argentino pronuncia, y esto no se debe a las publicidades que la empresa realiza, sino a aquellos padres que introducen a sus hijos al mundo del consumo en una edad tan pronta. Son los adultos los que llevan a los niños a un Mc. Donalds antes de que éstos sepan lo que son las hamburguesas; son los adultos los que les compran los muñecos de Backyardigans o Barnie antes de que los pequeños comprendan que se trata de los personajes del momento; son los adultos los que visten a sus bebés con ropa de marca antes que ellos entiendan que la imagen es uno de los elementos que mueve a ésta sociedad. Los chicos no son materialistas ni superficiales, sino que son los propios padres los que introducen estos conceptos a la nueva generación de niños, repitiendo valores que en la práctica contradicen.

Por lo tanto, no culpemos a las empresas ni al marketing por publicitar sus productos cuando la verdadera educación gira en torno al hogar. No malgastemos nuestro tiempo ni dinero enviando a nuestros hijos a escuelas privadas costosas, cuando en la propia casa no se genera el ambiente adecuado para que un niño crezca sano y feliz.

Durante los primeros años de vida los pequeños también deben desarrollar la seguridad emocional. No es fácil criar niños seguros de sí mismos, especialmente si al ingresar a la escuela se encuentran con el mundo altamente superficial, discriminatorio e hipócrita que nosotros los adultos hemos creado. Nuestra labor como padres es brindarles las herramientas necesarias para enfrentarse a la sociedad cuando el momento llegue, y esto se logra transmitiéndoles confianza y seguridad en todo aquello que realicen, incentivándolos y alentándolos en sus tareas y proyectos por más pequeños que nos parezcan.
No esperemos que los contenidos televisivos ni las publicidades transmitan un buen mensaje si nosotros mismos no lo estamos haciendo. No pretendamos que las empresas brinden la buena educación que justamente está faltando en la mayor parte de los hogares.

Otra de las quejas también comunes es la manipulación que los chicos actualmente han desarrollado para obtener todo aquello que desean. Los gritos, llantos y pataleos se han vuelto una escena usual en muchos supermercados y negocios minoristas. Pero, ¿El marketing es realmente responsable de los caprichos de los niños? ¿Son las publicidades las culpables? Los pequeños son inteligentes, y aprenden a desarrollar estrategias de persuasión no en los medios masivos, sino en las relaciones que tienen con sus propios padres. Estas estrategias las incorporan desde su nacimiento, cuando por ejemplo un bebe comienza a dejar de respirar o a quedarse en el llanto con el fin de que su mamá lo levante de la silla. El niño no está enfermo, sino que ésta es simplemente una táctica que utiliza para asustar a su madre y así conseguir lo que quiere. Una vez que los pequeños detectan cuál es el medio para lograr sus objetivos, lo hacen una y otra vez.
Tengamos en cuenta que los chicos también aprenden imitando. Por lo tanto ellos serán el reflejo de nuestros propios actos y comportamientos.

La responsabilidad de la conducta de los niños es pura y exclusivamente nuestra. El marketing y los medios deben incorporar ciertos valores para contribuir al buen desarrollo de la infancia, pero la verdadera responsabilidad se encuentra en cada familia, en cada hogar.
Recordemos esto antes de culpar a otros por el comportamiento que están teniendo nuestros hijos. Antes de exigir que los demás transmitan los valores y mensajes que nosotros no sabemos transmitir. Antes de pretender que un dibujo animado o un juguete interactivo les brinde la educación y estimulación que nosotros no les damos.
Tenemos el hermoso poder de criar a otro ser humano, de guiarlos por éste camino hasta que comiencen a volar solos, de formarlos, de inculcarles conocimientos, de dotarlos con una visión y mirada del mundo. No desperdiciemos éste maravilloso obsequio que se nos ha dado, regalando ésta tarea a la televisión, a los medios y a las empresas.

Lic. Ivana Vallenari