domingo, 31 de mayo de 2009

Los niños de hasta 13 años determinan el 43% del consumo familiar

Los gurúes del marketing lo llaman pester factor o “factor berrinche”; consiste en la capacidad que tiene un niño de quemarles la cabeza a sus padres y conseguir que le compren aquello que quiere. El pester factor puede darse de varias formas: el goteo insistente (“Mamá, comprame” veinte veces por hora); el psicopateo (“Si no me lo das, no te quiero más”); el “efecto lástima” (“Si no lo tengo, mis amigos no van a jugar conmigo”); o el más temido de todos, la escena vergonzante del ataque de nervios en un lugar público. No importa en cualquier caso cuál sea la variante, lo más relevante es que el pester factor, en cualquiera de sus envases, es hoy el corazón de un mercado que se expande en todo el mundo: el de los tweens; los niños consumidores de entre ocho y trece años (el término “tween” se aplica porque están “between” –“entre”, en inglés– la infancia y la adolescencia) que sólo en la Argentina mueven más de 550 millones de pesos al año, y que en todo el mundo diseñan el 43% de la agenda de consumo de toda una familia y, por ende, de la sociedad. Desde que los tweens –unos diez millones de criaturas en la Argentina, según datos del INDEC– son tomados en cuenta por el marketing, no hay estrategia de venta ambiciosa que no incluya en su target a un menor de edad. “Las marcas empezaron a darse cuenta de que la franja tween es valiosísima –asegura Ivana Vassenari, directora de Marke-Teen, la primera agencia latinoamericana de marketing especializada en el mercado infantil y juvenil–. El mercado infantil es tres mercados en uno: el primario, que se refiere al dinero que los chicos gestionan directamente para comprar, por ejemplo, una golosina. El segundo es el mercado de influencia, que es el que ejercen sobre las decisiones de compra familiares que abarcan rubros como tecnología, alimentación, vacaciones y artículos de limpieza. Y el tercer mercado es el futuro, donde una empresa de artículos para adultos, como los teléfonos celulares, trata de captar a los chicos desde una edad temprana para transformarlos en clientes fieles de por vida”. Los soldaditos. ¿Cómo se hace para captar a un niño como cliente? Las apuestas básicas que enumera Vassenari son el uso de “personajes” para los más chicos (como el tigre Tony de Kellogg’s, la Vaca Cora de Sancor o el conejo de Nesquik); la apuesta a las publicidades que incluyan una pequeña historia; el marketing en los colegios (entregando muestras gratuitas, realizando charlas –como las de Oral B hablando de la importancia de cepillarse los dientes– u organizando concursos); y por sobre todas ellas la colocación de productos en programas y series. Gracias a este último recurso, novelas infantiles como Patito Feo, Casi ángeles y Floricienta generaron una histeria de consumo que les perforó el bolsillo a los adultos. “Hay que aclarar que el término tween no es una segmentación por clase social sino por edad, por ende todos los chicos compran, no importa la extracción social –explica Vassenari–. Si son de clase baja, quizás la madre se pasa un mes privándose de muchas cosas para comprarle las zapatillas de Floricienta a su hija. Justamente porque en estos casos entra en juego una de las necesidades principales de los tweens, que es el tema de la aceptación. Ellos buscan ser aceptados por sus pares y pertenecer a un grupo. Y si no tienen determinado producto, se sienten aislados o discriminados”.De todos los recursos de venta, sin embargo, hay uno esencialmente terrorífico, que, hasta el momento, no consta que se practique en la Argentina. En su libro Consumer Kids, los publicistas ingleses Ed Mayo y Agnes Nairn denuncian cómo las marcas penetran violentamente la cabeza de los niños a través de internet. “Mientras que los padres mantienen a sus hijos encerrados para protegerlos de los maltratos de otros chicos y del peligro exterior, terminan siendo acosados no sólo por predadores sexuales sino también por los predadores comerciales que recogen información personal del 85% de las páginas web favoritas de los chicos”, alertan Mayo y Nairn en la publicación. Los autores, además, agregan que las empresas no sólo acosan a los niños online: también los reclutan para que sean “soldados” en la batalla de la dominación de marcas. Medio millón de tweens en Gran Bretaña –algunos de ellos, de sólo cinco años– fueron enlistados para investigaciones de mercado en beneficio de marcas multinacionales como MTV, Sky TV, Coca-Cola y Nike. ¿En qué consistía el reclutamiento? En primera instancia, los niños se anotaban vía web para ser “informantes” y “representantes” del estilo de vida de una marca. Acto seguido, debían llenar una infinidad de encuestas a cambio de las cuales se les pagaba entre dos peniques y dos libras por cuestionario respondido. Recién cuando llegaban a las 25 libras ganadas, la empresa les mandaba el cheque. En muchos casos, los niños tenían que completar más de cincuenta encuestas para poder ver un centavo. Otra forma de reclutamiento infantil consistía en pagar a miles de criaturas para que probaran comidas, refrescos, juguetes y juegos de video, y luego los promocionaran entre sus amigos. Mattel, por ejemplo, se valió de esta técnica para testear un reproductor de MP3 con la marca Barbie. Para ello, reclutó a cincuenta nenas de entre siete y once años para que difundieran el nuevo producto entre sus amigas. En compensación, Mattel ni siquiera les pagaba con dinero: les daba más productos. Del útero a la góndola. Un niño es un cliente incluso antes de ser un niño. Esto sucede porque en marketing ya existe la categoría “prebebé”: una franja de nonatos que efectúa su primera compra meses antes de hacer su primera caca. ¿Cómo se le vende un producto a alguien que todavía no nació? Haciendo publicidad en las maternidades y en los cursos de psicoprofilaxis, y colocándoles muestras gratuitas a las embarazadas. “Así te asegurás que, cuando nazca el bebé, ya empiece a consumir”, sintetiza Vassenari. Dicho de otro modo: antes de que el Estado reconozca al niño como ciudadano, mediante la inscripción en el Registro Civil, el mercado ya lo reconoce como consumidor. Lo que sigue, entonces, es bastante previsible. En su libro Marketing de productos para niños, James Mc Neal –un gurú del tema– advierte que, apenas son capaces de mantenerse sentados (es decir, alrededor de los seis meses de edad), los bebés son colocados en el “puesto de observación culturalmente definido: el carrito del supermercado”. De ahí en más, se dispara la auténtica carrera de consumo: una dinámica alocada que supo graficar muy bien la propaganda de arroz Gallo, donde un bebé que ni sabe decir “ajó” va cargando las cajas de producto al changuito de sus padres. Las empresas son conscientes de este “filiarcado” –así lo denomina Miguel González, un especialista en marketing español– y desde hace tiempo resolvieron facilitarles las cosas a los vástagos: en las góndolas, los productos “deseables” pasaron de estar a un metro veinte de altura para ubicarse a los noventa centímetros. Y en Alemania, como ejemplo, las líneas de caja están tan atiborradas de golosinas y juguetes que los mismos padres se refieren a ellas como “zona de terror”.¿En qué momento llegó este filiarcado a la Argentina? Mónica La Madrid, una de las titulares de la empresa de investigación de mercado Markwald, La Madrid & Asociados, encargada de realizar el informe Kiddo’s sobre consumo infantil y juvenil para varias empresas de Latinoamérica, enumera tres variables que influyeron: la modificación de los criterios de educación infantil: hasta hace un tiempo se consideraba que las decisiones económicas correspondían sólo a los adultos; los cambios en las estructuras sociodemográficas (hay familias más chicas, hogares donde ambos padres trabajan, padres divorciados que tratan de “compensar” el “trauma” de la separación, etc.); y una mayor oferta de productos infantiles explicada por el crecimiento económico y la apertura de la economía en la década del 90.Pero por encima de todos estos ítems hay un factor aún mayor: la aparición de los canales infantiles 24 horas. “El surgimiento de Cartoon Network en 1993, seguido un año después por Discovery Kids y Nickelodeon, y más tarde por Fox Kids, convirtió a los niños en una audiencia por derecho propio, y eso los terminó de legitimar como consumidores”, advierte La Madrid. Por todo esto es que ya existe una infinidad de multinacionales que piensa en los niños para colocar productos que ni siquiera son para menores de edad. Las líneas aéreas (Lan, por ejemplo) incluyen criaturas en sus publicidades; no hay cadena hotelera que no tenga un área para chicos; en Estados Unidos existen bancos que permiten a los niños abrir cajas de ahorro; y por supuesto están los celulares: una vez que ingresan en una marca, es probable que se queden en ella para siempre. Un estudio de la consultora Global Trend Marketing pasa esta tendencia a números: en la actualidad, dos tercios de los vendedores de todo el mundo piensan sus campañas haciendo foco en los chicos. ¿El motivo? El gurú James Mc Neal lo resume con honestidad brutal: “Las empresas sólo tienen dos fuentes principales para obtener nuevos clientes –distingue–: vienen de la competencia o vienen de la infancia”.El 86% de los niños argentinos maneja dinero para sus gastos; el 50% tiene celular* El 86% recibe dinero para sus gastos.* Entre dinero “suelto” semanal y ahorros, estos niños manejan unos 550 millones de pesos argentinos al año, que gastan en lo que quieren (por afuera de este monto está la influencia en la compra de otros).* El 88 % va a locales de fast food. * El 73% influye en las compras de alimento para sí.* El 49% influye en la compra de alimentos para el hogar. * El 39% tiene televisor en el dormitorio; el 69 % decide lo que ve por televisión y el 38% mira televisión después de las 9 de la noche los días hábiles.* El 47% tiene celular. De ellos, el 80% lo usa para enviar mensajes de texto.* El 41% accede a internet todos los días, o casi* El 58% juega videogames todos los días, o casi.* El 32% tiene MP3 o MP4. Fuente: Informe Kiddos 2008, realizado por Markwald, La Madrid y Asociados (este estudio no incluye el 30-35% más pobre de la población, y tampoco incluye niños de doce años).OPINIÓNAcotar las tiraníasJuan Vasen (Psicoanalista. Especialista en psiquiatría de la infancia y la adolescencia. Juanvasen.com.ar)Cualquier niño que saque hoy su DNI encontrará escrito en la tapa del documento la palabra “Mercosur” y debajo “República Argentina”. Esta diagramación, que no es casual, viene a subrayar algo que ya existe: los niños son antes consumidores que futuros ciudadanos; se insertan antes en un mercado que en una nación. Y esto trae consecuencias. El consumo, para empezar, no es una práctica democrática: no tiene que ver con los derechos sino con el poder adquisitivo de la gente. Y esta desigualdad genera en los chicos –por no hablar de los adultos– una tremenda ansiedad, y muchas veces desvalorización, porque el consumo define quién está incluido o excluido socialmente. Quien no consume no adquiere visibilidad. Y en esta sociedad, donde tan terrible es el hambre como el anonimato, esta invisibilidad puede ser calamitosa. Hoy, si un chico invita a un amigo a su casa se preocupa por ver si va a tener una consola de juego para ofrecerle al amigo. Empieza a importar menos lo que ambos produzcan jugando juntos y más lo que hayan comprado. Las relaciones empiezan, ya desde la infancia, a transcurrir en un orden económico. Cabe preguntarse, entonces, cómo queda situado un chico si no tiene qué ofrecer al mercado de lazos sociales por afuera de un juguete. ¿Qué hacer? La frase “Papá, mamá, todos tienen ese juguete menos yo” plantea una alianza de los chicos como consumidores. Pero lo que no hay es una alianza de los padres, que sostenga con firmeza, que no es dureza, un límite. Quizás un comienzo esté en intentar salir del circuito de la culpa (de sentirse en falta cuando no se compra algo) y meterse en uno de responsabilidad, que permita acotar las tiranías interna y externa del consumismo. Haciendo valer otras cosas.

Josefina Licitra
Diario Critica
31/05/09

miércoles, 18 de marzo de 2009

La crianza de nuestros hijos

Los chicos de hoy son muy diferentes a sus pares de años anteriores. Actualmente nos encontramos ante una generación más informada acerca de los objetos de consumo, muy vinculada con la tecnología, que lleva una vida sedentaria y prefiere pasar horas frente al televisor o a la computadora en lugar de divertirse al aire libre. Jugar a la escondida o a la mancha, saltar a la soga o al elástico y entretenerse con una pelota de fútbol en la vereda de casa ya está pasado de moda. Se considera aburrido. Los juegos mesa ya no pueden competir con la complejidad y la rapidez que proporciona una videoconsola, ni con los contenidos que ofrecen todo el día los canales de cable infantiles. Los niños de hoy ya no se entretienen dibujando o leyendo un libro de cuentos, y su hiperactividad les impide concentrarse en una actividad tranquila. Ellos son inquietos, audaces y tienen una capacidad de espera cada vez menor. Todo lo quieren ya!

“Los chicos ya no son los de antes”, oímos decir usualmente a los padres o abuelos, sin embargo, ¿en algún momento nos preguntamos cuáles son las causas de éste gran cambio? ¿Por qué ésta generación es así? ¿Nos estamos haciendo realmente responsables de la crianza de nuestros hijos? ¿O preferimos atribuir toda la culpa a ésta sociedad consumista simplemente porque es más fácil?

Los chicos no son un producto del capitalismo, son el resultado de la familia y de la crianza que le brindamos. Por lo tanto, ellos serán y se comportarán exactamente como les enseñemos que lo hagan!

Una de las quejas más comunes hoy en día es el tiempo que los niños permanecen frente al televisor. Un reciente estudio de la central de medios Ignis reveló que en los últimos 5 años las horas que los pequeños pasan frente a la pantalla se incrementó de 4 a casi 5. Pero, ¿Quiénes son los verdaderos responsables de que ésta cifra haya aumentado? ¿Los canales? ¿Los programas? ¿Las empresas? Cuando el niño tiene aproximadamente un año y medio de edad son los padres quienes introducen el televisor a sus vidas. Las extensas jornadas laborales y el escaso tiempo que mamá y papá tienen hoy en día contribuye a que los programas televisivos actúen como “niñeras”. Y en una etapa donde los pequeños necesitan mucho amor y estimulación por parte de sus tutores, se opta por colocarlos frente a una pantalla para que no molesten, para que no corran, salten, griten, jueguen o desordenen, sin tener en cuenta que esto es justamente lo que un niño de 2 años debe hacer para desarrollar sus habilidades y capacidades mentales.
La sobreexposición de imágenes no sólo provoca hiperactividad y escasa estructura de espera, sino que también impide que el chico desarrolle su costado imaginativo, el cual estaría estimulando por ejemplo al escuchar un cuento o al jugar al aire libre.

Los niños pequeños necesitan explorar, descubrir, conectarse con los seres humanos y con la naturaleza, ésta es la forma en que ellos aprenden. Por lo tanto nuestro deber como padres es fomentar aquellas actividades que estimulen su costado creativo e imaginativo, o más técnicamente el lado derecho del cerebro, que es justamente el que se desarrolla en las etapas más tempranas de la vida. Nuestra tarea es proporcionarles un ambiente físico adecuado, alejado de aquellos objetos de consumo que puedan resultar perjudiciales para su crecimiento.

Está comprobado que a los 6 meses los bebés pueden reconocer logos comerciales, y a los 18 meses ya pueden pedir productos por su nombre. “Mamá”, “papá” y “coca” son las primeras palabras que un niño argentino pronuncia, y esto no se debe a las publicidades que la empresa realiza, sino a aquellos padres que introducen a sus hijos al mundo del consumo en una edad tan pronta. Son los adultos los que llevan a los niños a un Mc. Donalds antes de que éstos sepan lo que son las hamburguesas; son los adultos los que les compran los muñecos de Backyardigans o Barnie antes de que los pequeños comprendan que se trata de los personajes del momento; son los adultos los que visten a sus bebés con ropa de marca antes que ellos entiendan que la imagen es uno de los elementos que mueve a ésta sociedad. Los chicos no son materialistas ni superficiales, sino que son los propios padres los que introducen estos conceptos a la nueva generación de niños, repitiendo valores que en la práctica contradicen.

Por lo tanto, no culpemos a las empresas ni al marketing por publicitar sus productos cuando la verdadera educación gira en torno al hogar. No malgastemos nuestro tiempo ni dinero enviando a nuestros hijos a escuelas privadas costosas, cuando en la propia casa no se genera el ambiente adecuado para que un niño crezca sano y feliz.

Durante los primeros años de vida los pequeños también deben desarrollar la seguridad emocional. No es fácil criar niños seguros de sí mismos, especialmente si al ingresar a la escuela se encuentran con el mundo altamente superficial, discriminatorio e hipócrita que nosotros los adultos hemos creado. Nuestra labor como padres es brindarles las herramientas necesarias para enfrentarse a la sociedad cuando el momento llegue, y esto se logra transmitiéndoles confianza y seguridad en todo aquello que realicen, incentivándolos y alentándolos en sus tareas y proyectos por más pequeños que nos parezcan.
No esperemos que los contenidos televisivos ni las publicidades transmitan un buen mensaje si nosotros mismos no lo estamos haciendo. No pretendamos que las empresas brinden la buena educación que justamente está faltando en la mayor parte de los hogares.

Otra de las quejas también comunes es la manipulación que los chicos actualmente han desarrollado para obtener todo aquello que desean. Los gritos, llantos y pataleos se han vuelto una escena usual en muchos supermercados y negocios minoristas. Pero, ¿El marketing es realmente responsable de los caprichos de los niños? ¿Son las publicidades las culpables? Los pequeños son inteligentes, y aprenden a desarrollar estrategias de persuasión no en los medios masivos, sino en las relaciones que tienen con sus propios padres. Estas estrategias las incorporan desde su nacimiento, cuando por ejemplo un bebe comienza a dejar de respirar o a quedarse en el llanto con el fin de que su mamá lo levante de la silla. El niño no está enfermo, sino que ésta es simplemente una táctica que utiliza para asustar a su madre y así conseguir lo que quiere. Una vez que los pequeños detectan cuál es el medio para lograr sus objetivos, lo hacen una y otra vez.
Tengamos en cuenta que los chicos también aprenden imitando. Por lo tanto ellos serán el reflejo de nuestros propios actos y comportamientos.

La responsabilidad de la conducta de los niños es pura y exclusivamente nuestra. El marketing y los medios deben incorporar ciertos valores para contribuir al buen desarrollo de la infancia, pero la verdadera responsabilidad se encuentra en cada familia, en cada hogar.
Recordemos esto antes de culpar a otros por el comportamiento que están teniendo nuestros hijos. Antes de exigir que los demás transmitan los valores y mensajes que nosotros no sabemos transmitir. Antes de pretender que un dibujo animado o un juguete interactivo les brinde la educación y estimulación que nosotros no les damos.
Tenemos el hermoso poder de criar a otro ser humano, de guiarlos por éste camino hasta que comiencen a volar solos, de formarlos, de inculcarles conocimientos, de dotarlos con una visión y mirada del mundo. No desperdiciemos éste maravilloso obsequio que se nos ha dado, regalando ésta tarea a la televisión, a los medios y a las empresas.

Lic. Ivana Vallenari

lunes, 26 de enero de 2009

El universo de los Tweens. La clave: "Quiero esto porque..."

Son niños de 8 a 12 años que viven como adolescentes. ¿Cuáles son sus consumos? ¿Qué tiene el mercado preparado para ellos? Hasta hace poco tiempo, bastaban 3 o 4 categorías para clasificar a los grupos que conformaban la sociedad, según la edad de sus miembros. Nuevas tendencias en targets cambiantes.

Niñez, adultez y vejez eran etapas del ciclo de vida al que más tarde se agregaría la categoría de adolescencia, como estado de preparación para la vida adulta. cada una constituía un Target específico con necesidades, gustos y consumos particulares. en la actualidad, sin embargo, vivimos en una sociedad que en nada se parece a esa vieja clasificación esquemática. Los arquetipos generacionales se han complejizado y fragmentado; con lo cual resulta muy difícil diferenciarlos en pocas categorías.
Algunas empresas ya están poniendo el foco en lo que no sólo es un mercado presente, sino también y fundamentalmente, un mercado futuro. la población d elos consumidores arranca hoy en día desde la franja de "pre-bebé", para quienes el mercado tiene preparados los "consumos de la panza" como ecografías 3D, o educación prenatal; siguiendo por "deambuladores", de 0 a 2 años, a quienes se les diseñan juegos didácticos, pañales inteligentes y talleres infantiles. Un paso más adelante se encuentran los "preescolares", con agendas tapadas de horarios de actividades extraescolares, y más allá están los chicos de 5 a 7 años, cuando ya comienza el pedido de "¿Me comprás?, ¿me comprás?", dirigido a padres y familiares.
A estas etapas les sigue la que actualmente es foco de mayor cantidad de acciones de marketing: los Tweens. Ellos tienen entre 8 y 11/12 años, pero de forma prematura viven y piensan como adolescentes. Se los denomina así por su característica de "Betweens", entre la niñez y la adolescencia.


"Hoy en día la adolescencia es má suna actitud hacia la vida que un período concreto del desarrollo de un ser humano. Podemos encontrar actitudes adolescentes en niños de 10 años así como en adultos de 40", dice Ivana Vallenari de MarkeTeen - Marketing Infantil; mientras su socia Rivas Campo, agrega: "El adolescente, por su forma inquieta, resulta un consumidor mucho más voráz que el adulto consolidado y por lo tanto, también más exitoso".

Pero, ¿cómo piensan, qué les gusta, y cómo viven estos preadolescentes?

La adolescencia del mañana
Desde la serie de TV Chiquititas, pasando por Floricienta, fue Cris Morena quien entendió como nadie este nuevo mercado, y hoy en día emulando a los adolescentes de la serie Patito Feo de Ideas del Sur, todas las niñas quieren identificarse con las "Divinas", chicas de 15 años con un marcado culto por la estética, los amores adolescentes y las tendencias de la moda. No hay chica de 8 a 12 años que no quiera tener sus guantes o sus mismas zapatillas.
Estos "aspirantes a adolescentes" idolatran a grupos de música con temática adulta como Miranda, o a personajes famosos por su riqueza y fama, como Paris Hilton o los actores de High School Musical.
Según Mariela Mociulsky, de la consultora Trendsity, los tweens son "súper tecnológicos, y tienen una marcada conciencia ambiental. Tienen ingresos propios que reciben en sus cumpleaños o por parte de sus familiares y ya no aceptan cosas compradas sin consultar, saben exactamente qué quieren y qué no. Se interesan por la decoración y la utilizan como forma de expresión."
No reciben grandes ingresos, pero gastan en darse gustos e incluso explotan servicios prepagos por los padres, como Internet y telefonía celular, medios imprescindibles para estar en contacto con sus allegados y, a la vez, mantenerse al tanto de las novedades de sus Celebrities favoritos.
Además, en productos como golosinas, galletitas y cereales son grandes decisores, incluso por encima de los adultos, a quienes acompañan al supermercado.
Versiones de ropa de grandes, hecha en talles para chicos, como la de las marcas Clara Ibarguren y Rapsodia, son ejemplos de que las compañías están atentas a los cambios en los ciclos de vida. En el mundo, algunos bancos ya tienen propuestas para que los Tweens depositen e inviertan su dinero; y General Motors ha concluido últimamente que un niño de 10 años ya sabe que auto va a querer cuando sea grande.

Cambios de estrategia
Es en esta etapa de la vida donde comienza a aparecer una creciente preocupación por la apariencia física, e incluso pueden advertirse signos de insatisfacción por el aspecto personal. Se encuentran dentro de un contexto donde la aceptación del resto (amigos, compañeros de colegio, etc.) es fundamental y determinante. Los Tweens están muy sujetos a las presiones de sus pares y desean identificarse con el grupo al que pertenecen: "mis amigos lo usan".
En este sentido, la construcción - y comunicación - de valores e identidad alrededor de las marcas es fundamental. Pero además de generar esto, las marcas deben estar atentas a otras cosas: "Considero que los Tweens son importantes no sólo para aquellas categorías directamente dirigidas a ellos, sino para varias otras en las que entran como verdaderos expertos y recomendadores, porque su opinión realmente pesa, como en novedades de tecnología, entretenimiento y otras", recomienda Gimena Bonillo, directora de Planing de Ogilvy & Mather Argentina, a lo que agrega, "debemos estar preparados para el paso del quiero esto, al quiero esto porque..."
Es cierto que por un acelerado cambio en la cultura de fines del siglo pasado y principios del actual, los Tweens saben hacer cosas con la tencología, que los adultos no. Algo similar a lo que sucede con los Teens, a quienes muchos padres/adultos acuden para entender las diferencias a la hora de elegir su nuevo celular.
La publicidad "Hijo y padre" desarrollada por la agencia de publicidad Draftfcb para Portal WAP de Personal, refleja a un hijo explicándole a su padre cómo utilizar determinadas funciones del celular y muestra a un padre en imagen más pequeño que el niño que domina la tencología. De hecho, muchos chicos tienen celulares como objeto fetiche, y los llevan con ellos aún sin crédito. Por eso muchas compañías lanzan al mercado aparatos diseñados para un público infantil.
Tecnológicos sin lugar a dudas, utilizan chat, Play Station, SMS, Mp4 y ven videos en Youtube, sitio donde suben videos filmados por ellos mismos.

Identificación con los más grandes
Algunas empresas, sin embargo, consideran que no es necesario apuntar directamente a el target Tween, ya que la identificación con un público mayor es natural. Romina C. Pesenti, jefa de marketing de la marca Muaa, dice que su target objetivo va de 13 a 18 años, pero que la marca tiene un público más amplio, que puede ir desde los 8 hasta los 25 años. "Indudablemente, el haber participado en la tira Patito Feo hizo que aumentara la cantidad de fanáticas de la marca, menores de 13 años. El programa es para adolescentes, pero para la franja de menor edad dentro de este grupo. Todos los grupos etáreos dentro de los preadolescentes y adolescentes tiene como aspiración al de gente de mayor edad, por eso nuestra comunicación va dirigida, o representa, a la franja más alta en edad dentro del grupo al que apuntamos".

Qué representa este mercado
Según el Indec existen aproximadamente 3.500.000 chicos en esta franja de edad, es decir que el segmento de los Tweens representa casi un 10% de la población argentina. Por lo tanto, "aquellas empresas que hoy establezcan una relación con este nuevo mercado serán las dueñas del futuro" concluyen en MarkeTeen. Adaptar sus productos para captar a este segmento les permitirá obtener clientes que sean fieles, posiblemente a lo largo de sus vidas.
Las empresas que quieren tener presencia en el emrcado tween deben ser capaces de hablar su idioma e investigar sus gustos, intereses y preocupaciones. Fundamentalmente deben crear "identidad" y agregar un valor añadido que permita a los chicos dar cuenta de ese "quiero porque...", que permite posicionarlos como consumidores críticos, frente al "quiero, quiero" sin fundamentos que repetían años anteriores.
Por Cynthia Vilaplana
Fuente: Revista Mercado
Enero de 2009